Estoy
flotando…me siento libre y segura; pero cuando abro los ojos, estoy sola. Sé
que necesito terapia, me lo han dicho. Gente desconocida, amigos o familia, e
incluso esa mujer que me reprobó la parte psicológica del examen de manejo por
haber dibujado mal un par de puntos. (Según ella, estaba mal no haber tenido
terapia por la muerte de mi padre). Sabía que algún día esto ocurriría desde que tengo memoria. Cada día estoy sintiendo mis esfuerzos más inútiles frente a la
facultad, al amor o el cariño hacia mi misma. No hay más toxinas que me logren
mejorar, ni música que me haga calmar. Cuando ya la escritura no me basta, y
cuando pido al cielo no ser mi propia cena. Hay muchas cosas que de niña me
guarde y hasta hoy adulta me prive. No todo es una coincidencia y todo lo que
hasta hoy se juntó, explotó. Hoy necesito ese extraño que escriba cada cosa que
digo, que me mire pensativo asentando con la cabeza y me pregunte “y eso como
te hace sentir?”.
“No
necesito ayuda, las cosas que he vivido han pasaron y fueron pisadas”. Solía
decir, con mucha razón. Pero hoy mi presente está lleno de problemas y promesas
sin cumplir; y aunque pueda darme vergüenza admitirlo, se que no estoy bien. No
sé si me lo merezca o me termine ayudando, pero tengo que intentarlo. Por mi
estado mental, por mama y mi alrededor. Asique es probable que vuelva a ver a
mi doctora, y mienta diciendo que intente suicidarme más tres veces para que me
tome en cuenta; porque aunque no esté muerta por fuera como me pueden ver, el
silencio es el grito más fuerte que no falta mucho para que termine por
secarme.
Papa te
extraño, no la dejes caer; ni a mí tampoco.